viernes, 31 de octubre de 2008

Japón en Bilbao




El prestigioso chef japonés , Yoshihiro Murata, ha visitado Bilbao este verano y se merece un sitio en este minimundo, faltaría más!.



Murata es uno de los grandes de la cocina mundial. Tiene 3 restaurantes, uno en Tokyo y dos en Kyoto, tres comercios donde venden sus cuchillos, sus salsas (como el llorado Paul Newman) y sus platos y además presenta un programa de televisión superpopular en su país cual Karlos Argiñano nipón. Cuando Ferrán Adriá, otro de los monstruos de la buena mesa, va al País del Sol Naciente es Murata San quien le acompaña. Y, además, es el presidente de la Academia de Cocina Japonesa, algo complicado en un país donde sólo en Tokyo, hay 191 estrellas Michelín...!!!!!
Este dios del refinamiento japonés encarga a los mejores carpinteros y jardineros del mundo el diseño de los jardines de sus restaurantes. Para él, algo tan importante como la carta.



Viaja por el mundo con sus propios cuchillos y es uno de los pocos chefs que puede cocinar el "fugu" o pez globo que esconde un veneno mortal. Sólo después de más de dos años de estudios, se puede estar preparado para servirlo a los comensales.
Murata San dijo, estando en nuestra tierra, que Kyoto, su ciudad, se parecía mucho a Bilbao por sus montañas, su gran río y los edificios nuevos y viejos mezclados en calles llenas de gente simpática. Y quedó admirado por las ovejas que todavía están pastando tan cerca de la ciudad.
Otra de sus sorpresas se produjo en la cocina de Eneko Atxa en el "Azurmendi": "Me gusta. Ha llevado el olor del mar al plato". Pura poesía!
Cuenta que su abuelo fue el primero en tener un restaurante en 1912 aunque no era cocinero. Su padre sí lo fue. Pero su madre Hideko fue de la que más aprendió. Ella preparaba comida occidental hace 50 años ya en Japón donde era algo muy extraño entonces. El plato favorito del joven Murata era el paté. Por eso, se empeñó en estudiar cocina en Francia con el beneplácito de su padre y, al volver, se dió cuenta que prefería la cocina de siempre, la que llevaba en el ADN y entonces su padre le tiró un cenicero a la cabeza. El carácter Murata.
"El sabor está en la manera de cortar, en el corazón de quien prepara los alimentos" dice este maestro del kaiseki, la alta cocina de Japón. Será por eso que el jamón sería lo que se llevaría a su país sin dudarlo. Y, a cambio, él nos traería el té verde matcha, para usarlo en gelatinas y postres, y las algas.



" Para mí, cocinar es la vida. La comida tiene que ser refinada y hermosa pero no delicada. Hay que cocinar con disciplina y pasión. El "kaseki" es comerse las estaciones, las distintas fases de un año puestas en la mesa."



Éste es Yoshihiro Murata, un hombre humilde y amistoso en el trato, según dicen los que le frecuentaron, y refinado en su manera de ver la vida y, por tanto, uno de sus gestos más cotidianos, la comida. Y que dio un toque de delicatessen zen a nuestra tierra durante unos días.

Itada Kimasu! (qué aproveche!)


jueves, 16 de octubre de 2008



LIBERACIÓN por Arantza Sinobas

“Buenos días, señoras y señores. Les saludamos desde nuestros estudios de Seattle (sintonía) Estamos empezando una nueva edición de Noticias a las 7 y hoy tenemos que abrir el sumario con el tema del que todo el mundo habla y hablará......................”

Estornudó y su cerebro aterrizó entre pelos de gato gris. Abrió los ojos y un autómata salió de debajo de la funda del edredón con movimientos cortos y concisos. Una ducha, la ropa y un café manchado de leche en la cocina. Sentado en la banqueta, de espaldas a la ventana como todas las mañanas de todos los días.
Dejando resbalar unos ojos sin vida por el trozo de pasillo que veía desde su posición, lo vió mientras un sorbo de líquido caliente le quemaba la tráquea. Dudó, bajó el bol hasta dejarlo encima de los cuadros del mantel, se levantó y se acercó en dos tiempos.

“Libération”

Lo cogió del suelo. Estaba junto a la puerta de la calle, enrollado y sujeto con una goma. Abrió la puerta y miró fuera buscando algún indicio en la calle. Nada. Ni un triste perro.

Un tráfico lento y lluvioso le llevó hasta la oficina. En varios de los parones de la caravana, volvió la vista hacia el asiento de al lado donde lo acompañaba silencioso, como un tímido autoestopista recogido en medio del trayecto con el que ya se han acabado los temas de conversación.

En su mesa, lo puso al lado del teclado del ordenador para verlo continuamente por el rabillo del ojo. Entre el quinto y sexto informe que se abría en su pantalla, un espasmo en su bajo vientre le avisó de que eran las once y veintialgo ya. Se lo colocó bajo el brazo como si fuera un molesto apósito e inició la escalada hacia el baño de la planta de arriba. Era el más tranquilo a esas horas.

Una vez vaciado su intestino grueso, fue a...Un canuto de cartón marrón se burlaba de él desde el plasticoso portarrollos.
Vaya, qué podía hac...ah…ahí estaba en el suelo, doblado, rozando la punta de sus zapatos, salpicados de barro como si hubieran sufrido un brote de varicela. Iba a ser su salvación, aunque sufriese ciertos daños colaterales. Se colgó del retrete como un grotesco Baby Mocosete hasta apresarlo con sus dedos en varios intentos. Una vez el tesoro en sus manos, buscó una hoja que tuviera gran cantidad de blanco, quizá una de anuncios...Y entonces, en uno de los laterales de la página cuarenta y siete, apareció súbitamente ante sus ojos, atrapándoselos como una impotente mosca en una tela de araña.

El aeropuerto Orly de París era, a esa hora del día, una estampida de ñus por la sabana africana. Tuvo que sortear varias Samsonites que disputaban ansiosas una carrera enloquecida, antes de alcanzar el frío cortante del exterior. Dentro de un taxi, ahogado en calefacción como un pollo en una incubadora, recorrió veloz el tramo que lo separaba de la dirección que le enseñó, escrita en un post-it amarillo, a la boina de partisano salido de la mismísima Résistance que agarraba desmadejadamente el volante. Al llegar a una calle estrecha de una especie de pabellón industrial de los sesenta, el taxímetro le escupió con desdén una cantidad que pagó sin abrir la boca salvo para esbozar un merci al salir torpemente del vehículo.

Hubo un instante de vértigo en la soledad de aquel callejón y un mejor no haber venido. Pero el frío, insaciable en la conquista de su cuerpo, movió sus pies hasta una puerta de metal pintada a brochazos desordenados en un verde militar, que defendía su soledad en el desconchado muro de la izquierda. La tocó para empujarla y se abrió con dulzura chirriante.

Un pasillo resbaladizo con unas paredes que servían de circuito de velocidad a varias gotas olímpicas y unos fluorescentes amoratados haciéndole guiños en línea recta desde lo alto de un techo oscuro.
Por fin, un hueco por donde cambiar de dirección.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la potente luz de dos focos que se enfrentaban feroces, descubrieron una silla negra con pedigrí de diseñador, desnuda, justo en medio de un espacio cuadrangular. La miró unos segundos, más que nada para ganar tiempo a su deseo de huir hacia la luz de invierno que había dejado en un exterior muy lejano ya.
Giró sobre sus zapatos manchados de barro, cuando su mentón chocó contra una francesa melena de petróleo que dejó escapar un…uy? ou? al tiempo que unas gafas rectangulares hacían que unas manos regordetas intentaran parar ese baile maldito que las había poseído, buscando el cemento pintado en gris del suelo.
“Perdón, eh…” “¿Fiene iusté por el anoncio, n´est pas?” “Eh…buen…yo…” “ C´est bien, c´est bien…sientesse e quand iusté oiga mi vos, conté trois y comiensa, ok?. Trankuilo, no hay prrissa…”
Incómodamente sentado, al cabo de unos segundos, empezaron a brotar las palabras en un torrente desconocido que amenazaba con no acabar nunca. El pecho se abrió como una compuerta de pantano repleto y el agua retenida tantos años inundó todo aquel espacio.

Mi madre le había traído aquel sábado a comer. Y precisamente a él. Era el único vecino de toda la manzana con el que no teníamos ningún paliativo a la hora de mofarse. Mis amigos y yo siempre proclamábamos a los cuatro puntos cardinales, como nuestros héroes de papel, que nunca caminaríamos a menos de cien pasos de él y su ridícula chaqueta de cuadros, que jamás nos temblaría el pulso al tirarle proyectiles variados, traídos expresamente para la ocasión, las pocas veces que salía de su casa. Y aquel sábado me lo encontré en mi cocina, sonriente y sentado a mi mesa donde me esperaba para comer junto con mi madre. Dios! Fue una tortura inimaginable estar temiendo aparecer, por detrás de los cristales de la ventana que daba a la calle, las caras impávidas de mis colegas, viéndome romper el sagrado juramento del que había sido máximo impulsor. No le hablé, ni le miré en toda la comida a pesar de que él me mostró un acercamiento suave y tímido en varias ocasiones. Y hasta me intentó regalar un tirachinas de madera tallada con mi nombre, antes de desaparecer como el humo, no mucho después de terminar el horrible bizcocho que había hecho mi madre como postre de día especial. Por fin!!!! Qué descanso experimentaron mis rígidos miembros!. Fue al día siguiente cuando la policía llegó en pareja y abrieron a golpes la puerta, falta de pintura, para descubrir, balanceándose, el cuerpo flácido del único vecino que no hubiese deseado tener un sábado a comer, colgando de un viejo cinturón de cuero que se agarraba como las garrapatas a la viga del centro del techo. Del bolsillo de su ahora más ridícula chaqueta de cuadros, sobresalía mi nombre tallado en madera, señalándome sin piedad.

Por fin.



“Estamos ante otra de esas obras impactantes y originales de la artista Zicelle Bérneau. En esta nueva exposición de videoarte, de la que podemos disfrutar en la Galería Nouvelle Vague, la artista francesa más polémica de los últimos tiempos nos vuelve a sorprender con ese estilo outsider que la caracteriza . Un nuevo acierto de la Bérneau, sin duda.
Desde aquí, les animamos a que acudan a esta cita tan cool.

No sean los únicos que no saben de que se habla en el lounge de moda...!”

Diario “Libération”, París.



martes, 14 de octubre de 2008

Mujeres...!



La conexión existe...!
No me la he inventado yo...como decía el guaperas italiano, Sandro Giacobbe.

sábado, 11 de octubre de 2008

Virgo



Hace tiempo que pasó su tiempo (del 22 de agosto al 21 de septiembre), por lo cual pido disculpas y muchas. Han sido los únicos a los que no he homenajeado a su debido tiempo. Pero más vale tarde que nunca y aquí están mis dibujos-felicitación para los Virgo. Y como estamos en crisis y de las gordas, os regalo un dos por uno: el femenino y el masculino. Pero eso sí, a ambos os deseo lo más excelso para este año nuevo del que ya estais disfrutando. Muchííííísimas felicidades a todos!!!!!!
Y para ser justos hablemos de estos seres un poco y veamos lo mejor y lo peor de ellos...je,je...
Su lado positivo: Modestia, inteligencia y timidez. Suelen ser meticulosos, prácticos y trabajadores. Tienen gran capacidad analítica y son fiables.
Su lado negativo: Conservador y perfeccionista, tiende a preocuparse demasiado y puede ser excesivamente crítico y duro con los demás.
Le gusta: Vida sana, hacer listas, el orden y la higiene.

No le gusta: La suciedad, el desorden, el peligro, las personas vagas y la incertidumbre.
Es un signo caracterizado por su precisión, su convencionalidad, su actitud reservada y su afán, a veces hasta la obsesión, por la limpieza. Los virgo suelen ser observadores, y pacientes. Pueden parecer a veces fríos y, de hecho. les cuesta hacer grandes amigos.
El hecho de que muchas de sus relaciones con otros resulten ser superficiales es porque temen dar rienda suelta a sus sentimientos y les falta tener seguridad en sus emociones y opiniones. Prefieren actuar con reservas y con una disposición agradable. Suelen ser discretos, amables y divertidos y pueden ayudar a resolver los problemas de terceros con una habilidad y sensatez que muchas veces les falta en sus propias relaciones personales.
Tienen encanto y dignidad hasta tal punto que, a veces, los varones pueden aparecer algo afeminados, aunque no lo sean. Son metódicos, estudiosos y les gusta la lógica. También les gusta aprender y son capaces de analizar las situaciones más complicadas. Pero, en ocasiones, son tan meticulosos que retrasan la conclusión de proyectos complicados. Son muy intuitivos y son capaces de ver todos los lados de un argumento, lo que hace que les cueste llegar a conclusiones firmes.

Un virgo tendrá más éxito en su profesión como subordinado que como jefe. Les falta la visión estratégica de un buen líder y prefieren objetivos claros. Su falta de seguridad en sí mismos hace que también exijan mucho de los demás, aunque su sentido de la justicia hace que no se impongan sobre sus compañeros. Tienen especial habilidad en la música, las ciencias y los idiomas. Tienen una buena memoria y tienen gran éxito como bibliotecarios, administrativos, contables, científicos, asistentes sociales y editores de libros. Otras profesiones que pueden realizar con eficacia son las de médico, secretaria, orador, escritor, historiador y enfermera. Su buen gusto con la ropa y su elegancia natural hace que pueden triunfar como modistas.
En el aspecto sentimental, son cariñosos y buenos esposos y padres. No son muy apasionados en el amor porque su necesidad de tener orden y disciplina les impide entregarse totalmente a la pasión. Y les cuesta confiar en su pareja, debido a la falta de seguridad en sí mismos de la que ya hemos hablado.
Bueno chicos, arriba esa confianza que sois unos seres encantadores!......O no?
Y para todos, aquí se cierra el círculo del horóscopo en este minimundo. Todos están ya reflejados en él. Ahora buscad el que os interese entre las viejas entradas y así os dais un garbeíto por este lugar que siempre os dará la bienvenida.